Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la causa de muerte más frecuente. Aproximadamente el 40 % de las muertes puede atribuirse a enfermedades del aparato cardiovascular1.
Se ha demostrado que presentar niveles de colesterol elevados (o más concretamente, de colesterol de lipoproteínas de baja densidad [low-density lipoprotein, LDL]), es uno de los factores de riesgo críticos para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares2. Esta idea ha quedado clara con el resultado de un metaanálisis de 14 estudios que incluyeron en torno a 90 000 pacientes que estaban recibiendo tratamiento hipolipemiante con estatinas: el riesgo relativo combinado de eventos coronarios graves (muerte por cardiopatía coronaria, infarto de miocardio no mortal), ictus (mortal, no mortal) o revascularización coronaria se redujo en un 21 % al reducir 40 mg/dl (1 mmol/l) la concentración de c-LDL3.
La conexión entre el c-LDL elevado y el riesgo de enfermedad cardiovascular descrita anteriormente evidencia que la reducción de niveles elevados de c-LDL debe representar un objetivo importante en la prevención de las enfermedades cardiovasculares y de los eventos cardiovasculares asociados. Sin embargo, el tratamiento habitual con estatinas no es suficiente en muchos casos. De acuerdo con un estudio epidemiológico transversal, en torno al 90 % de los pacientes de riesgo cardiovascular muy alto tratados con estatinas en España no alcanzó sus niveles objetivo de c-LDL4. Este número extremadamente elevado, similar al observado en otros países europeos4, pone de manifiesto que son muchos los pacientes que necesitan fármacos hipolipemiantes nuevos y más efectivos.